Richard condujo gran parte del camino sin hablar, con gran precisión y rapidez muy concentrado en el camino, cosa que agradecí... Así fue más fácil para mi observar el paisaje. Por momentos tuve la impresión que se había olvidado que yo iba sentada junto a él.
... Ni siquiera fui capas de preguntar hacia donde nos dirigíamos, para no incomodarlo...
El centro de la ciudad de Bath, en el condado de Somerset, fue su objetivo final. Llegamos a ella bordeando el río Avon. A pesar de ir concentrada mirando a Richard, me fue imposible quedar indiferente ante la majestuosidad de la ciudad.
En cada calle se respira la historia. Fue hasta acá en donde llegaron los antiguos romanos para construir un templo y un complejo termal. La ciudad también posee una gran variedad de teatros, museos y grandes edificios de gran importancia cultural, lo cual ha contribuido para que cada año reciba la visita de muchos turistas que vienen a este famoso lugar de vacaciones. Por muchos años esta ciudad ha sido el destino predilecto de la aristocracia inglesa, Debe ser por este motivo que hermosas construcciones en piedra caliza, extraída de sus propias colinas, dan a la ciudad un aspecto majestuoso.
Richard conduce el carro por la calle Milson, lugar donde se encuentra gran parte del comercio. Se pueden divisar hermosas tiendas, con su vidrieras adornadas con motivos que nos recuerdan que estamos en Inglaterra.
Saliendo de la ciudad Richard detiene el carro en un aparcadero que es parte del Royal Victoria Park, un lugar ideal para la caminata y el relajo.
Richard muy educado se baja del coche y abre la puerta del copiloto, para que yo descienda de él... al hacer esto... toma mi mano... y yo me estremezco ante el contacto de su piel. Me pongo un poco nerviosa, Entonces suelto la mano de Richard para acomodar mi ropa. Richard también parece un poco descolocado por la situación. Lo noto por la forma en que mira todo a su alrededor... se humedece los labios con la lengua... gesto que a mi parecer lo hace ver aún más sexy de lo que es..
- Toda la ciudad es como Sir Arthur la había descrito. - Le digo con una sonrisa y para romper el hielo.
- Imaginaba que mi padre te había contado toda la historia de esta ciudad... Desde la llegada de los romanos, hasta cuando vino la Reina Victoria a la edad de once años. Princesa entonces, a inaugurar este parque. - Me contesta un poco más relajado. Siento que ha sido muy buena idea, romper el hielo, nombrando a Sir Arthur.
- Lo que más me gustaría conocer son los baños termales, la abadía y el royal teatro - Le digo entusiasmada... - Mi actitud apresurada al hablar, lo hace reír. Entonces pasa su mano por su cabello, dándole de pronto un aspecto más desordenado y juvenil.
- Ya conoceremos todo eso Carolina. Ahora te traje a este parque porque quiero mostrarte algo... - Me dice sonriendo.
Entonces nos adentramos hacia el interior del parque, caminando por una avenida de añosos árboles, debajo de ellos unas bancas, donde varias parejas aprovechan la tarde para demostrarse su amor... ya sea abrazados o besándose, el lugar es tan tranquilo y bello que incita al amor... pienso.
Una suave brisa ondula las aguas del canal. Caminamos en forma lenta, mientras nos mezclamos con muchas familias que a esa hora disfrutan el sol de la tarde.
Sonrío al ver un grupo de niños que se divierte alimentando a los patos que nadan en el lago. Richard me mira y hace lo mismo que yo.
La caminata lo ha relajado. Sus ojos ya no están oscurecidos, ahora brillan como lo hace el sol de la mañana reflejado en las aguas de un mar tranquilo.
Nos encontramos en un lugar del parque en donde nos corta el paso una muy antigua verja de fierro. Pero Richard con gran destreza empuja la pesada puerta, que chirrea al abrirse. Entonces en forma educada, hace que yo entre primero.
Hemos llegado al parque botánico. Un pequeño espacio verde, dentro del Royal Park en donde se encuentran una gran cantidad de coloridas y hermosas flores tropicales . Hasta el aire que se respira es dulce.
Además una ´´extraña´´ tranquilidad nos rodea.
Miro extasiada el lugar... y también a Richard, que en silencio observa mi reacción.
- Sé que te gustan mucho las flores Carolina. Y también sé que de donde vienes existe una vegetación es demasiado exuberante, es por eso que quise mostrarte esta parte del parque. Para que no extrañes nada de Miami... - Me dice con voz suave y aterciopelada.
- ¡Es hermoso!- Le contesto entusiasmada. Mi alta voz rompe la tranquilidad, y una ardilla curiosa baja de uno de los árboles, rozando con su peluda cola mis piernas. Me asusto con la presencia del animal y un agudo chillido se escapa de mi boca. Trato de huir, pero me tropiezo con una rama que se encuentra en el suelo. Entonces los fuertes brazos de Richard me sostienen evitando mi caída.
Por un momento nos quedamos en silencio... chocando nuestras mirada... el momento es mágico. Mientras mi corazón amenaza con arrancarse desde adentro de mi pecho.
Y como si esto fuera poco, otras ardillas comienzan a bajar desde los árboles rodeándonos. Vuelvo a gritar nerviosa y me aferro con fuerza al cuerpo de Richard. Este ríe a carcajadas, entonces sin dejar de abrazarme, mete una mano dentro del bolsillo de su elegante chaqueta y saca de el un pequeño paquete, que cuando lo abre me dice que son nueces. Lo miro sorprendida. Me aparta con suavidad de su lado, y comienza a alimentar a las pequeñas ardillas, que se acercan a él con confianza, como si lo conocieran de toda la vida, incluso Richard las llama a algunas de ellas por su nombre, cada vez que les ofrece una crujiente y deliciosa fruta seca.
Lo miro encandilada. El hombre arrogante y desconfiado ha desaparecido dando paso a este chiquillo, que se entretiene en algo totalmente distinto a lo que nos tiene acostumbrados a todos los que lo rodeamos.
- ¿Quieres alimentarlas Carolina? - Me dice con una sonrisa picara en la cara, como retándome hacerlo. Me hago la valiente, y con una reverencia, le contesto que sería un gran honor poder alimentar a las ardillas de la reina. Richard ríe a carcajadas ante mi respuesta. Entonces estira su mano y me entrega un puñado de nueces.
Con un poco de temor se las ofrezco a los simpáticos animalitos. Cuando ellas las reciben, retiro mi mano nerviosa.
- No les tengas miedo, las ardilllas no te van a morder. - Me dice Richard, para darme confianza.
- ¿Estás seguro que no me van a morder...? Mira que ya tengo una mano accidentada y no es la idea que pierda la otra. - Le contesto un poco asustada.
- Eso no va a pasar, ellas están acostumbradas a la presencia de los humanos. Incluso yo las puedo acariciar. Mira voy a llamar a una de ellas. - Entonces toma una nuez y llama a Nutz. que se acerca y retira muy segura la fruta de entre las manos de Richard.
- ¿Cómo lo hace Señor Welleslley?... Sabía que ejercía ´´cierto poder´´ sobre los seres humanos. Y ahora me entero que también lo hace sobre las ardillas. - Le digo levantando mis cejas y poniendo cara de asombro.
- ¿Te estás burlando de mi ? - Me contesta poniendo cara de serio.
- Burlarme de usted... eso... jamás... - Le contesto al segundo.
- Desde que era un niño he venido hasta acá. Antes lo hacía con mis padres y Henry. Yo las alimentaba y mi primo las espantaba. Muchas veces discutí con él, por las travesuras que les hacía a las ardillas. Pero como niños, volvíamos hacer amigos, y nos entreteníamos saboreando helados o corriendo por el parque, para ver el lanzamiento de los globos aerostáticos. Cuando mamá murió, papá dejó de acompañarnos, y solo lo hacíamos Henry y yo. Eramos unos adolescentes dolidos por la perdida de una madre. Pero sentíamos que parte de ella la podíamos encontrar acá.
Mi madre era colaboradora del jardín botánico, y algunas de las plantas que tú vez, las cultivo ella... incluso en el tronco de ese árbol tallado que está en esa esquina, hay una placa de agradecimiento a la familia Welleslley, por toda la contribución que ha hecho para conservar este lugar. Para Henry y para mi este ha sido nuestro lugar secreto... Algunas veces vengo acá para pensar... - Me enternece su relato, la expresión de su cara y su forma de hablar.
- Así que este es su lugar secreto Señor Welleslley... ¿ De seguro alguna vez ha venido hasta acá acompañado de alguna novia? - Le pregunto en tono de broma... pero me da un poco de miedo lo que me pueda responder. Al instante me arrepiento. Me han advertido que Richard es muy reservado cuando se trata de mujeres. Pero me asombra una vez más su respuesta.
- Henry trajo un par de novias para impresionarlas, alimentando a las ardillas.
... En cambio yo... la única chica que me ha hecho compañía, ha sido Nuts la ardilla... y bueno... ahora tú. - Al decir esto, se coloca de pie, y camina en forma lenta hacia mi... Por un segundo me pierdo en su mirada, entonces me doy vuelta, huelo una colorida flor, y así trato de alejar esos locos pensamientos, que se han apoderado de mi cabeza, desde la primera vez que lo vi.
- Perdona si te incomodé hablando de las novias de Henry. - Me comenta. Cree que si le he dado la espalda es por el comentario que ha hecho, recordando al padre de mi sobrino. Lo que Richard no se imagina, es que mi actitud es por todas las cosas que me provoca cuando estoy junto a él.
... Se está oscureciendo y Richard dice que es hora de abandonar el parque. Lo sigo nerviosa y extasiada. Siento que acá ha emergido el verdadero Richard, un hombre sincero y despreocupado, lejos de las normas sociales en que ha crecido y de su extenuante trabajo.
Volvemos a adentrarnos en la antigua ciudad. Entonces recorremos sus calles. El centro es bullicioso y ajetreado. Está lleno del espíritu de todos sus habitantes. Ecos de música callejera, y el ir y venir de gente de todas las edades, nos muestran que el corazón de Bath está muy vivo.
- No quiero volver a casa todavía... ¿ Te gustaría conocer un poco más de la ciudad... Carolina? - Me pregunta con esa voz aterciopelada... y una vez más... no puedo decirle que no.
Solo le digo que voy a llamar a la mansión, para preguntarle a Sara como se encuentra George. El asiente con la cabeza, y nuevamente, me vuelve a mirar con ese extraño brillo en sus ojos... que hace que mi pulso se acelere.
La chica me dice que George ya a cenado y que ahora está dormido. Entonces le digo que lo cuide un rato más, ya que Richard y yo daremos un pequeño paseo por el centro de Bath.
- ¡El señor Richard la ha invitado a conocer la ciudad! - Me contesta la muchacha sorprendida.
- Será un pequeño paseo Sara... llegaremos pronto. - Le contesto a la chica.
- Esto si que es un verdadero acontecimiento. Que lo pase excelente señora Carolina. - Sara corta la comunicación muy apurada. Por su tono de voz.imagino que a estas alturas, debe estar cotillando con la señora Jones, en la cocina.
Caminamos lentamente con Richard entre la gente. La noche está cayendo, y comienza a encenderse el alumbrado público. Las calles se empiezan a iluminar con esa luz amarillenta, tan clásica que solo podemos encontrar en las ciudades de Inglaterra.
Al llegar a la abadía, nos encontramos con una especie de pub al aire libre, donde muchos parroquianos sonríen y beben cerveza.
- Ustedes los ingleses, si que saben divertirse. - Le comento a Richard.
- Bath es una ciudad muy especial. Acá también hay muchas industrias y empresas. Todos ellos son trabajadores, que se divierten después de un día laborioso. Lo han hecho desde tiempos remotos. Recuerda que es acá en Inglaterra en donde se da a conocer al mundo el concepto de pub.
- Si lo sabía Señor Welleslley... y me encanta que la gente disfrute de la vida. La ciudad está llena de energía. Es como un gran corazón latiendo... Es maravillosa tú ciudad natal... Richard. - Le contesto impregnada de la vitalidad que demuestra Bath y su gente.
- ¿Te gustaría beber algo ? - Me pregunta, con una sonrisa de medio lado. Veo algo nuevo en su mirada, pero no lo puedo descifrar. Entonces se acerca a una de las mesas y corre una silla, para que me siente.
- ¿Que vas a pedir? - Me pregunta con su clásica caballerosidad. Mientras se acomoda en forma muy elegante en su asiento. Cruzando sus largas piernas y también sus manos.
- Para mi, un jugo de frutas. - Le respondo.
- Solo eso... ¿No te gustaría comer algo? - Vuelve a preguntar.
- Con eso está bien... no tengo hambre... Creo que el almuerzo fue demasiado... - Le respondo.
- Es que ustedes los latinos, ´´No comen para vivir... viven para comer´´ - Me contesta en tono divertido. Yo me río a carcajadas ante sus palabras. Me encanta verlo así. Desde que lo conozco, no lo había visto tan relajado y despreocupado. Quien diría que este es el mismo hombre, que llegó a la casa de mi hermana en Miami.
- Sabes lo que me gustaría pedir Carolina. - Dice casi en voz baja y muy cerca de mi oído. Nuevamente su cercanía me hace estremecer.
- ¿Tienes frío? - Me pregunta de inmediato. Lo que él no se imagina, es que los temblores de mi cuerpo, no son precisamente por falta de calor... al contrario. Todo se debe a las sensaciones que me hace sentir ante su contacto.
- ¿Qué te gustaría beber? - Le pregunto, para evadir la respuesta sobre el frío. Además siento mucha curiosidad.
- Un vaso de cerveza. - Me contesta un poco turbado.
- ¿ Y porqué no la pides ? - Le digo. Me parece insólito que un hombre tan seguro como él, se vea tan acomplejado ante la idea de beber un simple vaso de cerveza.
- Es que si bebo este delicioso elixir, me querré repetir otro. Y después no podré conducir de regreso a casa. Recuerda que si nos fiscaliza la policía, corro el riesgo de que me lleven detenido... luego la noticia saldría en los periódicos, que todo lo agrandan. Con el pasar de los días se convertiría en un escándalo, ya que le agregarían que estaba en compañía de mujeres hermosas... aunque yo solo veo una... Y mi credibilidad de respetable hombre de familia y negocios se iría al suelo... - Habla bastante apesadumbrado.
- Te propongo algo. - Le digo con una gran sonrisa, y levantando mis cejas.
- ¿Qué? - Responde en su tan bien modulado inglés.
- Tú bebes ese delicioso elixir... que tanto te gusta... Y yo me llevo el coche de regreso a casa. Te advierto que conduzco bastante bien... ¿Qué opina señor Welleslley?. - Lo miro y puedo ver un asombro perturbador en su cara.
- ¿En serio harías eso por mi, Carolina? - Me pregunta asombrado.
- ... Por ti... haría lo que me pidieras... - Upppsss!!! que he dicho... y eso que solo estoy bebiendo un sano jugo de frutas.
Pero ya no lo puedo seguir negando. A estas alturas me doy cuenta, que estoy completamente enamorada de Richard...
C O N T I N U R Á...
Ella está enamorada, pero se nota que él está hasta las trancas.
ResponderEliminar... Se nota más él que ella...?
EliminarGracias por leer.
Está colado, colado por ella.
ResponderEliminarMuy bueno.
I.
Qué es colado???... enamorado???
EliminarGracias por el comentario.
ESTOSSS DOS ESTAN ENAMORADOS PERO SON TAN CABEZOTAS ASI QUE MI QUERIDA CARO PONTE PILAS PORQUE ANDA UNA
ResponderEliminarINGLESITA DETRAS DE NUESTRO GALAN!!!!!!!!!!!! LA BRUJIS VENEZOLANA
FELIZ FIN DE SEMANA QUERIDAS BRUJISSSS
Pero brujis!!!, el tiene muchas trancas... y ella sabe que no puede acceder a él...
EliminarNo sé, no sé... en que pueda acabar esto.
Feliz fin de semana también para ti!!!
El papasote de Richard es tal cual me lo ha recomendado el médico, está de lo más divino.
ResponderEliminarMe he perdido algunos capítulos anteriores, así que me pongo al día de inmediato.
Hola Lina, que gustazo leerte de nuevo por aquí.
EliminarYo creo que muchas necesitamos de ese remedio... ;))))))
Ayyyy el amor flota en el aire!! ainssssssss Besos guapa!!
ResponderEliminarMMMMMMMMMM...... jajajaja!!!
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