Llegamos a Londres a las seis y media de la tarde. El tan tradicional té, lo tomamos arriba de avión, acompañado de deliciosos pastelillos. Los que Richard a pesar de su flemática educación, comió con gran esmero. Y que casualidad, un pequeño bocado de estos pastelillos fue la delicia de mi sobrino.
Dos horas más nos tardamos desde la ciudad de Londres hasta el condado de Somerset. Aunque estaba oscureciendo, igual pude ver, las famosas ruinas dejadas por los romanos cuando habitaron este lugar. La ciudad de Bath se nota bastante concurrida por la noche, tiene muchos pub, y músicos que ofrecen su arte al aire libre.
Cruzando el famoso río Avon, empinada sobre una pequeña colina, se vislumbran las luces de la Mansión Welleslley. Como dijo la señora Windsor, la gran casa es de estilo giorgiano. Un gran jardín antecede a la mansión de ladrillos rojizos... Es mucho más grande de lo que yo imaginaba.
Richard le dice a Victoria que se quede a dormir en la mansión esta noche, y que mañana la mandará a dejar a su casa. La señora Windsor acepta encantada. Yo me siento muy incómoda. Richard Welleslley, desde que me habló en el avión, no me ha vuelto a dirigir la palabra... me siento molesta conmigo misma... y no es por el hecho de suplantar a mi hermana... es algo más profundo... pero no lo logro entender.
Si la casa es impresionante por fuera, adentro lo es aún más. Pero hay algo que me llama la atención. Pensé que por dentro sería fría y oscura... al igual que el desagradable y antipático de Richard. Pero una amable criada llamada Sara, nos condujo a una gran sala, pintada en colores claros y con muebles demasiado modernos. Además una agradable chimenea, hace aún más ameno el lugar. A pesar de estar en primavera, recuerdo que estamos en Inglaterra, y acá el clima es más frío.
Richard le anuncia a Sara que el pequeño George es hijo de Henry... y que yo soy su madre... le pide que acomode nuestro equipaje en las respectivas habitaciones. Se da media vuelta y desaparece del lugar. Como siempre Richard Welleslley... al parecer de su boca solo salen ordenes...
Sara me sonríe con cariño, y me pide ver al niño. Yo accedo. Me sorprenden, las lágrimas que corren sobre las mejillas de la joven.
- Su hijo es igual al joven Henry... señora... bienvenida... - Me dice la mujer, un tanto emocionada. Yo solo le sonrió, la verdad, no tengo nada que contestar.
- Carolina, ¿Deseas comer algo antes de retirarte a tu habitación? - Me pregunta muy amable Victoria. Yo asiento con la cabeza, a pesar del viaje siento hambre. Entonces la señora Windsor le pide a Sara que nos traiga unos deliciosos sandwish. Me sorprendo ante la petición de la elegante secretaria. Esta actitud de la señora me hace sonreír... por primera vez en mucho tiempo. Desde que Richard Welleslley, traspaso nuestra puerta, hace unos días, el tiempo se me ha hecho eterno.
George sigue dormido en mis brazos, no quiero dejarlo en ningún lugar. Aunque Victoria insiste en que le entregue el niño a Sara para que lo acueste. A mi no me importa comer con el niño en mis brazos.
Con la señora Windsor, estamos disfrutando de nuestra comida, cuando sentimos unas voces que se aproximan. Al parecer vienen discutiendo... una de ellas es dura... pero aterciopelada... así que imagino que es la de Richard... me pongo nerviosa, y casi me atoro con el trozo de carne que tengo dentro de mi boca. Por suerte logro recuperarme. Richard y un hombre de más edad entran a la sala.
El anciano se dirige hacia mi con rapidez, pero al mismo tiempo con dificultad. Richard lo toma del brazo y le pide que no se agite. El hombre maduro hace caso omiso de la nueva orden que emite su hijo. Este al parecer se incomoda, ante la actitud de su padre.
Sir Thomás es un anciano... maravilloso. Nos saluda a mi, y sobre todo al niño con mucho cariño.
- Oh my god!!, el niño es igual a mi amado Henry... aunque también se parece a ti Richard, cuando tenías esta edad - Exclama el anciano muy emocionado.
- Padre, tienes que volver a tu cama, no has estado bien de salud - Vuelve a ordenar... Richard.
- Quiero conocer al pequeño antes de volver a la cama. No me digas lo que tengo que hacer. No soy uno de tus empleados, soy tu padre. Además sería de muy mala educación que no les de la bienvenida a mi nieto y a su hermosa mamá...
... Querida, Henry una vez me contó que eras hermosa... pero nunca imagine que lo fueras tanto... - Me dice Sir Thomás con una sonrisa picarona, mientras besa en forma muy elegante mi mano. Su bien cuidado bigote, me produce un poco de picor, así que se me escapa una risilla nerviosa. Richard se siente incómodo, ante la actitud de su padre. Y vuelve a hablar.
- El médico dijo que no te debías agitar papá, tienes que volver a la cama - Insiste Richard con arrogancia.
- Ese medicucho de cuarta no sabe nada. Estoy aburrido de estar en cama. Además no hay nada mejor para la salud que un buen brandy, y ahora voy a pedir que me sirvan una copa... A pesar de nuestra pena por Henry, tenemos que celebrar la llegada de su hijo... y de su bella mamá. - Dice Sir Thomás en forma muy ceremoniosa.
- ¡Estás loco papá!, recuerda que tienes que ingerir tú medicina, antes de dormir, Así que olvida la idea del brandy- Habla Richard muy molesto.
- También voy a pedir un brandy para ti, Richard... a ver si te relajas un poco y cambias esa cara de aburrido. A veces cuando por casualidad te encuentro en la casa, te miro, y no se si eres mi hijo, o uno de esas estatuas antiguas que adornan el jardín - Las palabras del anciano, me dan mucha risa. Le ha dado un golpe en plena cabeza a su serio y estirado hijo.
- Los tiempos no están para celebrar... papá... - Contesta Richard en tono autoritario y seco. Perdiendo la vista en la oscuridad del jardín. Por un instante un extraño silencio se apodera del lugar. Pero Sir Thomás no se demora nada en romperlo.
- Lo sé Richard y te entiendo... pero a mi edad, y con toda la experiencia que tengo, te digo que la vida continúa... se abre paso y da zancos extraordinarios... mira, hace unos meses lloramos la perdida de Henry, y ahora nos encontramos ante la presencia de su hijo... Yo he sufrido muchas perdidas importantes, Richard... Pero aquí estoy, de pie, para seguir disfrutando de lo poco que me queda de vida... Y tú deberías seguir mi ejemplo... a veces pienso que tienes mucha más edad que yo.
Por esta noche te haré caso Richard, no voy a brindar con brandy, pero lo haré con una copa de jugo... ¿Te parece?... - Le dice Sir Thomás a su hijo, con los ojos muy abiertos en un tono irrisorio. Richard mira a su padre. Entonces sonríe, y cuando hace esto, se ilumina toda la habitación. Esa sonrisa de medio lado... paraliza mi corazón.
C O N T I N U A R Á...
Que lindo, había olvidado su sonrisa.
ResponderEliminar... Esa que lo iluminaba todo... :(((((((
EliminarYa estoy adorando esta historia. Debajo de esa arrogancia, Richard debe ser pura candela.
ResponderEliminarSaludos.
Veremos.... Veremos... Lina.
Eliminar... Me sobo las manos, para ver como reacciona... ;))))))))))))
Que hermoso. Cuanto estrañaba tanto amor. Besos mi adorada mix. Maria alvarez.
ResponderEliminarYo también extrañaba tanto amooooorrrrr María Alvarez. Por eso volví a escribir.
Eliminar... Lo importante es pasar un rato agradable...
Ayyy Mix, no paro de suspirar!! Buen trabajo linda!! Besoss!!
ResponderEliminarGracias linda. Sabes que tú opinión es muy importante para mi.Besos!!
EliminarHermosa historia Mix, al parecer promete. Siempre es grato tener algo para leer.
ResponderEliminarGracias,de verdad!!!
EliminarMe gusta leer, y me gusta este blog. Felicitacioens.
ResponderEliminarY a mi me gusta escribir... jejeje. ;))))))))))))))))))
EliminarMe mató la sonrisa. Esta lindo el fic.
ResponderEliminarLia.
Gracias Lía, esa sonrisa nos aniquila. Lástima que en el último tiempo se ha vuelto esquiva.
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