ROBhistorias de Amor: ´´UNA BELLA HISTORIA´´ Capítulo N° 40.

Por Mixxx.

Richard:

Camino como un león enjaulado, de un lado para otro. Me siento enojado y también nervioso.

Henry me acaba de informar que Gracia no se encuentra en Colombia y tampoco en Venezuela. Sus primas le han contado a Carolina que hace tiempo no tienen noticias de ella.

Siguen pasando los días y Gracia no aparece... Creo que tendré, que comenzar una nueva búsqueda en forma personal. No puedo negar que Carolina y Henry han ayudado bastante, pero no han obtenido ninguna noticia positiva. Tampoco han podido encontrar una pista que nos diga en en donde ella se pueda encontrar.

¿Pienso que pudo pasar esa mañana en que Gracia se fue...? Siempre he sospechado, la forma en que ese periódico fue a parar hasta su cuarto. Le hemos preguntado a todos los empleados, si vieron a alguien entrar a la mansión esa mañana... y todos contestan que no vieron a nadie...

... Pero si ese periódico entró a esta casa de alguna manera... eso significa que alguien está mintiendo... Son las últimas deducciones que hago, mientras me visto.

Subo hasta el cuarto de Gracia para despedirme de su recuerdo. Para mala suerte mía me han llamado a una reunión urgente de la Banca Internacional en Bruselas, y debo viajar ahora mismo. No tengo cabeza para los negocios en estos momentos. Para mi, se ha vuelto un asunto de primera prioridad encontrar a Gracia... No sé, pero presiento que ella no se encuentra bien...

El silencio del cuarto es sobrecogedor. Me siento sobre la cama y huelo su almohada... su perfume se ha ido diluyendo... Con rabia la lanzo lejos, me niego a la idea, que la figura de Gracia desaparezca en el tiempo, para convertirse solo en un recuerdo. Miro el reloj... se ha hecho tarde... ha llegado la hora de marcharme al aeropuerto.

El clima ha comenzado a cambiar. Hace frío, me pongo el abrigo, tomo mi maletín, bajando muy rápido la escalera. Abajo me espera Henry. A estas alturas se encuentra completamente recuperado. Por la cara que tiene, me doy cuenta que se encuentra feliz... es extraño que Carolina no se encuentre junto a él. Desde que llegaron a esta casa, no se han separado en ningún momento.



- Es necesario que hagas este viaje Richard? - Me pregunta.

- Yo no iría, pero el presidente de la banca dice que tiene que hablar conmigo en forma personal. - Le contesto rápido. Ya estoy retrasado y ser impuntual me molesta.

- Me preocupas, no te he visto bien en el último tiempo. - Me dice Henry.

- No estoy bien. - Le contesto a secas.

-  Por eso te pregunto si no será necesario postergar este viaje. - Comenta mi primo, con cara de preocupación.

- Lamentablemente , no lo puedo retrasar Henry. Pero si por mi fuera... no viajaría. Hoy más que nunca necesito recuperar a Gracia... Algo me dice que ella no está bien... - Le digo a Henry, pasando la mano por mi cabello nervioso.

- ¿En que te basas para decir eso?- Me pregunta mi primo curioso.

- ... No sé... es solo un presentimiento... - Le contesto.

- ¿Cómo te ha cambiado la vida? De hombre racional de negocios... A otro,  completamente enamorado... - Las palabras de Henry, me sacan una sonrisa, porque todo lo que dice es cierto. No le contesto nada. Solo levanto mis cejas y me encojo de hombros, reafirmando todo lo que mi primo dice.

- ... Y tú... ¿Porqué tienes esa cara de felicidad??? - Le pregunto intrigado. Henry se acerca y me habla al oído.

- Al parecer Carolina está embarazada. - Me contesta. La situación me recuerda cuando eramos niños y me contaba sus secretos.

- ¿Cómo que ´´al parecer´´?... ¿Está o no...? - Le pregunto despacio, para que nadie nos escuche.

- Se nota que no sabes nada de estas cosas. Hoy vamos al médico para confirmar. - Me vuelve a contestar haciendo un guiño con uno de sus ojos.

Sin nada que contestar, lo abrazo con fuerza, para felicitarlo. Esta noticia me da mucha alegría. Este  es otro motivo para encontrar a Gracia, después de todo, volveremos a tener un sobrino en común... y eso nos une.

A pesar de la felicidad que siento por la noticia que me ha dado Henry. Vuelvo a sentir un poco de envidia... Si todo hubiera sido como yo lo pensaba... quizá este hijo, sería mío... 

En medio de estos pensamientos, bajo una leve llovizna,  me encamino hacia el auto para que el chófer me lleve al aeropuerto...
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Gracia.

... Hace demasiado calor y siento que me ahogo. El clima tropical de África no se puede comparar al de Miami, allá por lo menos tenemos  océano, donde nos podemos refrescar, además de todas las comodidades que una ciudad tan grande y cosmopolita nos ofrece...

... Pero acá todo es completamente diferente. Estamos comenzando el cambio de estación. La época de lluvias está a punto de llegar. Así que por ahora todo sigue siendo caluroso y polvoriento.

Desde la ventana de la nueva sala, observo como un grupo de niños juegan con una pequeña víbora la que enrollan con una varilla seca, por la cola.  Ellos saltan y ríen mientras la culebra trata de escapar. 

Yo me sonrío al observar la escena... a pesar de las condiciones precarias en que viven, su alegría sigue siendo la misma, que la de cualquier pequeño, en otro lugar del planeta, rodeado de comodidades. Además con un dejo de pena, siento que es injusto, que no haya igualdad de condiciones para todos los niños del mundo... 

... Pienso, mientras observo al grupo de niños morenos. Acá es muy común que los pequeños se entretengan jugando con toda clase de sabandijas. En otro lugar del planeta, las madres estarían horrorizadas...

... Me seco con cuidado el sudor de la frente, producto del calor. Hace días que no me siento bien. Un extraño malestar estomacal me acompaña en los últimos días.  También el exceso de sueño, no me deja despertar en las mañanas. Quizá pueda tener anemia, ya que hace tiempo que no me alimento bien.

Hoy iré al nuevo consultorio médico, que han construido los ´´Padres Blancos´´. Todo gracias al dinero que a recaudado la ´´Fundación Welleslley´´. Cada vez que recuerdo ese nombre... me dan ganas de llorar... Sin querer abrazo mi vientre. Como para protegerme, de todo lo que me hace sentir, el hombre, cuyo apellido se encuentra escrito en una placa de bronce, que está pegada a la entrada de la nueva escuela que se ha construido en Ukunda.

Desde que volví a este lugar, todos los días tengo que lidiar con los sentimientos que afloran cuando escucho hablar al padre Blas, de toda la suerte que han tenido, al ser apadrinados, por unas de las familias más adineradas de Inglaterra.

El sacerdote me ha hecho un resumen de todos los adelantos que han traído al pueblo. Gracias a las suculentas cifras de dinero, que envía la fundación, desde Inglaterra en forma mensual.

Además hace unos días el sacerdote me ha contado, que el propio Señor Welleslley ha donado una importante cantidad de dinero, que ha sacado de su fortuna personal... Me entra la curiosidad, por saber, el porque Richard a donado tanto dinero... pero no me atrevo a preguntar... Me da un poco de miedo escuchar la respuesta.

El padre Blas dice que con todo ese dinero, comenzaran a construir un invernadero, en donde podrán cultivar frutas y verduras, que son tan escasas por estos lares. Así darán trabajo y comida a muchas de las familias que viven en el pequeño villorio, inserto en medio de la nada... y que quizá, ni siquiera aparezca en los mapas.

Cuando el sacerdote me ha contado que el nuevo proyecto, podrá llevarse a cabo en los próximos días, me he puesto a llorar... Si Richard supiera todos los adelantos que ha traído la ´´Fundación Welleslley´´ a este sitio olvidado en el tiempo... estoy segura que se sentiría muy orgulloso.

... Richard... Como te extraño... Mi amor... Le digo todos los días, cuando me levanto en las mañanas.

Es la hora del almuerzo y no soy capaz de probar bocado. La señora Sarabi, encargada de la cocina, me dice que se encuentra muy preocupada por mi estado de salud, ya que me encuentra muy pálida.

Se ríe cuando me dice, que si no me conociera tan bien se atrevería a aventurar que estoy embarazada. Yo me río junto con ella, ante tales afirmaciones. Yo le digo que tal vez me ha picado algún mosquito, de esos que abundan en estas tierras africanas. Y debido a eso, he cogido algún tipo de fiebre, tan común acá en África... Aunque yo sigo con la idea, que lo mío, es anemia.

... Me sigo sintiendo muy mal, así que Sarabi, decide prepararme una infusión con algunas yerbas, que según ella funcionará. 

 Cuando me hace tomar el té, me mira con el ceño fruncido.

Antes de ir al consultorio médico, paso a refrescarme a mi cuarto, que ahora es más grande y cuenta con un baño privado... Una vez más... debemos dar las gracias a la Fundación Welleslley, por las comodidades que ahora tenemos los maestros y voluntarios que trabajamos con ahínco en la escuela de Ukunda. Gracias a estos avances, cada vez son más los niños, que vienen de lugares más remotos a estudiar. Así que los padres también están construyendo un internado, para que estos pequeños,no tengan que regresar a sus aldeas en forma diaria, estando expuestos a toda clase de peligros.

Acá todavía son  muy comunes los problemas tribales, ataques de animales salvajes o cualquier accidente, aunque sea mínimo. Que por asuntos de distancia, se podría convertir en algo grave e irreversible. Así que la mejor solución es que los niños, que asisten a la escuela y vienen de lugares muy apartados, pernocten con nosotros por cinco  días, para luego regresar junto a sus padres, el fin de semana.

Cuando volví, me di cuenta que Ukunda ya no es la misma aldea pobre y precaria .. que cuando me fui... y todo gracias a Richard, y la forma en que ha manejado los recursos de la fundación que ha creado...

... Richard... Richard... Richard... No existe un minuto del día, en que no deje de pensar en él...

¿Se acordará de mi?...  Pienso, mientras mis manos acarician el hermoso rostro de Richard, cuya imagen se encuentra plasmada en el retrato que traje a escondidas dentro de mi equipaje. Por suerte Samantha Foxley, no se dio cuenta que saque este retrato a escondidas. O si no, a estas alturas estaría siendo juzgada en algún tribunal de la antigua corte de Inglaterra.  Quizá mi juicio sería dirigido, por su propio tío.  Ese tan importante que dice tener Samantha... y que es el ministro de justicia de ese país.

... Yo creo, que si Richard me recuerda... ha de ser solo,  para maldecirme... por no haberle contado la verdad.

Pero a estas alturas, ya no saco nada con arrepentirme. Lo que pasó entre Richard y yo, no tiene vuelta atrás. Además debo hacer frente a mis errores...

... Aunque me cuesta... cada vez que evoco, la noche que Richard y yo pasamos juntos... el estómago se me vuelve a llenar de mariposas... Un par de lágrimas caen por mis mejillas, al pensar que ya son casi dos meses que estoy lejos de Richard... como lo extraño... por Dios...

Le doy un apasionado beso al retrato, en donde Richard aparece demasiado guapo. Lo dejo en el velador. Entonces cierro la puerta y me marcho rumbo al consultorio médico.

En el me encuentro con Nadina, la enfermera. Una chica argentina que vino a  Ukunda de voluntaria, pero se dio cuenta que era demasiado el trabajo y la ayuda que se necesitaba en este lugar, así que se decidió a quedar a vivir acá, contra lo que opinara su familia. Hoy en día, junto al Doctor Phillip Larson, son los encargados de proteger las vidas de este polvoriento pueblo, perdido en la agreste geografía africana.

El Consultorio también ha cambiado. Ahora cuenta con bastante tecnología. Un laboratorio portátil, un ecógrafo y una sala equipada para llevar a cabo cirugías menores, son los avances que se han podido lograr, gracias a la benefactora fundación Welleslley.

A esta hora todos los pacientes que estaban citados a primeras horas de la mañana, ya se han marchado. Eso también se debe a la nueva ayuda que está recibiendo el consultorio médico. Un nuevo voluntario a llegado, para hacerse cargo de la salud de los niños, mientras el doctor Larson lo hace de los adultos mayores. Su nombre es Alfonso Vivar, un médico pediatra español.

Por suerte Alfonso habla el castellano, así que nos podemos comunicar bastante bien y me ha pedido que le enseñe el dialecto que hablan los nativos de Ukunda.

Nadina me hace entrar a las dependencias del doctor Larson. Este me pide que le cuente todos los síntomas que tengo mientras hace que me recueste sobre la camilla. Cuidadosamente me revisa dos veces. Con el ceño fruncido llama a Nadina y le dice que prepare el laboratorio, porque va a analizar unos exámenes de sangre. La eficiente enfermera, cuando regresa, trae consigo todo el instrumental que le ha pedido el médico.

Me piden que estire mi brazo, para poder extraer un poco de sangre. Miro para otro lado, cuando la jeringa comienza a llenarse, del líquido rojizo.

Nadina se ausenta por un rato, mientras salen los resultados del examen. Mientras tanto el médico me pregunta por que razón he vuelto a Ukunda...

Le contesto que ha sido por razones personales  y también porque quería retomar las clases con los niños de la escuela. Entonces le cuento que cuando me fui de acá, el padre Blas, me hizo prometer que volvería.

La enfermera, regresa con los análisis. El doctor Larson, los lee con atención, cada tanto, me mira con cara de preocupado. Por mi parte me comienzo a poner nerviosa.

Cuando el doctor Larson termina de pasar los datos del examen al computador, me pide que me recueste sobre la camilla una vez más. Entonces me pide que levante mi ropa, dejando al descubierto mi vientre. Ahora si, que no entiendo nada... será que la picada del mosquito, es más grave de lo que pienso.

Al contacto con el gel, me río nerviosa ante las cosquillas que me provoca.  Nadina me dice que me quede tranquila.

Enfrente mío una pequeña pantalla va mostrando imágenes del interior de mi cuerpo que al comienzo no entiendo, ya que todavía pienso que mi enfermedad se encuentra en mi estómago, debido a los síntomas que siento. De pronto el fuerte sonido, que se asemeja a un tropel de caballos que corren muy fuerte me asusta.

... Nadina y el doctor Larson, se sonríen.

- Ahí está su corazón. - Le comenta a la enfermera.

- ¿Su corazón? -Le pregunto al médico, sin poder entender. Como soy alarmista, pienso que me he cogido algún mosquito de esos que anidan sus larvas dentro de los cuerpos humanos... Y está afectando mi sistema cardiaco.  Entonces me aterro ante la idea.

El médico dice que me quede tranquila. Ya que, si estoy nerviosa, mi vientre se endurece y esto me puede provocar contracciones, lo que sería nefasto... para el niño...

- ¿De que niño me habla doctor?- Le pregunto al hombre, con voz histérica.

- De tu hijo, Gracia... Estás embarazada... - Me dice el médico sin rodeos.

- ¡EMBARAZADA!- Le respondo con un grito.

 Me cuesta bastante entender lo que está pasando. Desde que volví a África, me he sentido como adormecida. Al comienzo ahogué mis penas con trabajo. Si darme cuenta han pasado casi dos meses, desde que abandoné Inglaterra. Aunque no he dejado de recordar a  Richard, me obligué a pensar en que llegaría el día, en que él se convertiría tan solo en un recuerdo.

Ahora me doy cuenta que eso será imposible. Lo que llevo dentro de mi vientre, hará que lo recuerde hasta el último día de mi vida.

... Este es el mejor regalo que pudo dar...  mi amado Richard Welleslley...




C O N T I N U A R Á...